La competición final (así la llama FIFA) del campeonato del mundo,
Brasil 2014, está cada día más cerca; los estadios, aunque aún no llegue a buen
término su reconstrucción, esperan los primeros juegos, como si ellos también
necesitaran fogueo, antes de ese primer partido oficial.
Todos se preparan; los voluntarios recibieron su uniforme oficial del
campeonato y los jueces (árbitros) concluyen sus prácticas y reciben las
últimas recomendaciones para un buen desarrollo del torneo orbital.
FIFA elabora la agenda de la segunda reunión con los técnicos de cada
una de las 32 Asociaciones clasificadas, a la espera de que, esta vez, si vaya
José Pékerman.
La televisión del mundo anuncia, con lujo de detalles, las novedades
que tendrá el cubrimiento de los partidos, mientras que la radio se prepara
para ejercer el derecho sagrado de la competencia, con buenos periodistas y un
espectacular sonido. Los impresos, por su parte, sabrán combinar, con maestría
y gracia, las imágenes y la crónicas del diario acontecer del mundial.
Los entrenadores de cada federación afiliada a la máxima rectora
mundial del fútbol, anuncian los cambios, descartan jugadores, disponen los
sitios de concentración y ofrecen ruedas de prensa para que, los seguidores de sus
equipos conozcan, de primera mano, lo que sucede con su selección. Claro que,
no todos lo hacen, no todos tienen contacto con los aficionados y los
periodistas; no todos, Pékerman por ejemplo, viven en los países donde
trabajan y disponen su tiempo para atender, al menos, a sus patronos; es decir,
la federación de Fútbol.
El técnico de la Selección Colombia, el argentino José Pékerman, brilla
por su ausencia en los escenarios futbolísticos de este hermoso país cafetero.
No se sabe si se ha enterado que, Dayro Moreno quiere, merced a sus goles, un
puesto en la selección, que tiene hambre de mostrarse en el concierto mundial;
que su deseo es benéfico para la selección, porque daría todo, para que el mundo
lo viera en su producción goleadora; tampoco se sabe si se entera de los aciertos
goleadores de Carlos Darwin Quintero, quien también pide a gritos un puesto en
el equipo.
La ausencia de Falcao García, porque para nadie es un secreto que su
presencia en las canchas brasileñas es incierta, no ha merecido el más mínimo
comentario del señor Pékerman. Es hora de que, diga qué va a pasar con el
ataque nacional; quién va a acompañar a Teo Gutiérrez, y cómo se va a jugar, en
definitiva, sin el samario adelante.
Pékerman, debe expresarse y decir qué piensa del mal momento de Yepes,
de las deficiencias de Perea, de la falta de fútbol de Zúñiga, de la
intermitencia de Armero, del mal momento de Mondragón y, qué piensa hacer con
una defensa indecisa y una delantera inocua.
El silencio de Pékerman preocupa. O, ¿será que el técnico argentino
piensa, como muchas personas, que la cosa no pasará de la primera ronda de la
competición final? Si es así, que lo manifieste, pero que diga y haga algo ya,
porque el tiempo no da espera.
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