martes, 10 de junio de 2014

Ha llegado la hora

Los tiempos se han cumplido, la ansiedad llega a su máxima expresión, y los corazones, aumentan su frecuencia. Cuatro años de espera están a punto de hacerse realidad. Colombia vuelve a una competición final de la Copa del Mundo.

Para llegar a lo que hoy se disfruta, han pasado muchas cosas; algunas buenas, otras, no tanto, pero ante todo, emotivas y vibrantes que se reviven, en charlas, al calor de una agradable conversación familiar, o de una tertulia de amigos.

El comienzo, lo marcó Hernán Darío “bolillo” Gómez, quien fue el iniciador de esta aventura. La agresividad de la cancha, trasladada a su vida privado, lo “eliminó” de la posibilidad de celebrar hoy, lo que otros, quizá sin merecerlo, festejan con orgullo.

Leonel Alvarez sucedió a Gómez, de quien fue su asistente, para actuar como puente, en busca de un entrenador extranjero, que era pedido a gritos por el Presidente de la República. Con lo que no contaron los directivos de la Federación, fue conque Alvarez ganaría por primera vez en la Paz, tierra de altura que era casi vedada para el triunfo de alguna selección diferente a la boliviana. Hubo de esperarse, entonces, un revés del antioqueño, para sacarlo por la puerta de atrás. Leonel dio, al final, “papaya” y su relevo dejó por fuera, a otro colombiano al frente del seleccionado nacional.

José Néstor Pékerman llegó como solución, para continuar el camino clasificatorio a la competición final de FIFA. El argentino retomó lo hecho, hasta el momento, por Gómez y Alvarez; siguió con los mismos jugadores y con los mismos procesos de sus antecesores, desatacándose como cambio, únicamente, el trato hacia la prensa, a la cual relegó a un tercer plano, cerrándole la puerta a las prácticas del equipo y al conocimiento de la alineación para los partidos.

El técnico “gaucho” puso el colofón a sus actos, al llevarse el equipo a su amada Argentina, donde programó los dos últimos juegos preparatorios, contrario a lo que hicieron otros que, se despidieron con juegos en sus estadios locales. Pero, eso es lo de menos, lo que importa es que Colombia avance, por lo menos, en la primera fase; lo demás será fracaso.

Pékerman, se siente tranquilo y la eliminación no le preocupa, porque Jesurum, presidente de Dimayor y González, presidente de Difútbol, los dos, jefes de Bedoya, presidente de la Federación de Fútbol, le han dado el visto bueno y anunciaron por radio, televisión y, diarios impresos y digitales que, el argentino continuará al frente de la selección, después del mundial. Así, cualquiera trabaja tranquilo, porque el resultado es lo que menos importa.

Al final, como se escribe al comienzo de esta columna, es el corazón el que juega al máximo, da todo, se alegra, se exalta, disfruta, comprende, o, sufre, reniega y con resignación acepta los resultados, como se presenten.

Colombia, con sus más de 40 millones de habitantes, se entrega desde hoy, a la pasión del fútbol, sin importar si se sabe, o no, del deporte, de sistemas, de táctica o de estrategia; basta saber de amor y sentir la tricolor.

¡Éxitos Colombia!



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