Los sucesos que
afectan el desarrollo y la historia de la humanidad, sirven, casi siempre, como
una enseñanza y una advertencia para evitar la repetición de esos hechos,
cuando han sido trágicos o dolorosos. Sin embargo, en excepcionales ocasiones,
esos sucesos humanos enseñan cosas buenas, son relevantes y dan tanto ejemplo,
que vale la pena recordarlos y procurar que se repitan
Los sucesos que,
queremos volver a vivir, comienzan en al 2002 con Eduardo Lara como técnico de
Colombia y jugadores como Guarín, Zapata, Armero y Ramos; y continúa en el
2007, con los mismos protagonistas, pero agregando los nombre de Abel Aguilar y
Falcao García.
El 28 de marzo
de 2007, Cosas mías se refirió a esos
acontecimientos, con el texto que a continuación reproducimos, porque vale la pena
reconocer el trabajo de quien formó a las estrellas de hoy y porque, en este
caso, se puede decir con tranquilidad, Que se repita la historia.
Hay guardián en la heredad
Los abuelos,
eran muy celosos cuando de prolongar la estirpe se trataba; mucho más, si lo
que se buscaba era perpetuar el apellido.
Por eso, al
nacer el primer nieto, recibía todos los mimos y los cuidados que no tuvieron
sus hijos. Ese nieto, varón por cierto, era merecedor de la mejor educación y
la instrucción adecuada para que llevara con orgullo su apellido, y para que
además, le siguiera dando lustre y categoría al mismo.
La anterior
reflexión tiene su razón de ser, por lo que hicieron los muchachos de nuestra
selección sub 17 de fútbol, en el pasado torneo suramericano de la categoría,
jugado en Ecuador.
En silencio, sin
rimbombantes despedidas y casi, sin esperarse nada de ellos, partieron en
procura de reconquistar la confianza de Colombia, en el fútbol de nuestra
selección.
Lo sucedido,
escasos dos meses atrás con la representación sub 20 que actuó en Paraguay,
había acabado con lo poco de esperanza que quedaba en nosotros.
Lo de Pino y
compañía, era solamente un amargo recuerdo, más que un camino a seguir. La
renovación no vislumbraba nada positivo, y Lara, más que un buen entrenador,
era hasta antes de lo de Ecuador un técnico más, que había fracasado en su
intento por revalidar sus triunfos pasados.
Pero, la vida y
el fútbol dan revancha, por eso, son buenos, la una y el otro; Lara bajó la
cabeza, salió en silencio y partió en busca de su nuevo derrotero, ya que el
éxito de ayer no estaba en la memoria de los colombianos. Como en el boxeo,
solo se recordaba el último asalto, y éste se había perdido.
El presidente de
la Federación, su cuerpo técnico y algunos amigos, creyeron que el Lara exitoso
de ayer, solamente había tenido un tropiezo en Paraguay; pero, que su
conocimiento y su estrategia se mantenían incólumes. Y, gracias a Dios no se
equivocaron.
Hoy, volvemos a
un mundial, estamos clasificados para los Panamericanos de Río y, Colombia
aplaude y cree de nuevo en que nuestro fútbol tiene un gran semillero que marca
el camino de la renovación. […]
Por lo mostrado
por ellos y por los demás integrantes de la selección, podemos decir
tranquilos, como decían los abuelos: “Hay
guardián en la heredad”.
Lea
otras columnas en Cosas mías: alvarojaviercalderon.blogspot.com
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