domingo, 28 de mayo de 2017

El Inquisidor Perdomo

El actuar con sigilo, es propio de quienes no necesitan resultados inmediatos, sino “abonar el terreno”, para obtener resultados posteriores. Los personajes de marras, saben aplicar el principio bíblico que expresa: “ser manso como una paloma, pero astuto como una serpiente”.

El comportamiento de la referencia fue adoptado por el presidente de La Dimayor, Jorge Perdomo, quien primero liberó a las empresas de radiodifusión, del pago de los derechos de transmisión de los juegos programados por la entidad, para luego tratar de acallarlas, negándoles el derecho a informar, tal como lo pretendía su antecesor, hoy presidente de la Federación de Fútbol.

Ramón Jesurum, sucedido por Perdomo, fue el primero en declararse enemigo de los periodistas deportivos radiales, al manifestar que el deporte más popular del mundo, no requería de las transmisiones de radiodifusión, para lograr su popularidad. Ignora el susodicho que fue, gracias a la radio, que el fútbol se conoció y se hizo popular en Colombia y en el resto del orbe.

La llegada de Perdomo, se inició con un supuesto alivio, al exonerar del pago por derechos de transmisión, a la radiodifusión. En su momento se dijo que eso, era peligroso, porque más adelante vendrían limitaciones por parte del ente rector del fútbol profesional. Sin embargo, nadie le dio importancia al hecho.

Las cosas comenzaron mal, cuando desde antes de este liberador anuncio, se prohibió a la radiodifusión hacer entrevistas en los camerinos e ingresar a la gramilla al final de los encuentros. Se veía, desde entonces, una odiosa discriminación que coartaba la libertad de información; sin embargo, nadie reclamó y todo siguió como si nada hubiese pasado.

El proceso de futura mordaza se asomaba tímido, disfrazado de zona mixta, mal llamado: “protocolo Fifa”, dizque con el propósito de etablecer un orden en las transmisiones; sin embargo, la televisión gozaba de las libertades y la exclusividad de entrevistas en cualquier zona de los estadios.

Las garras de la entidad censuradora (léase La Dimayor) se sintieron, con todo su rigor, el pasado jueves, cuando su presidente informó, sin recato alguno, ante cámaras y micrófonos, que se prohibían las transmisiones de los juegos de Amérca y Deportivo Cali. El irresponsable dirigente, al mejor estilo de Torquemada, actuó como si fuese amo y señor de las libertadas de informar y recibir información.

El émulo del inquisidor de la edad moderna, creyéndose gestor de las normas constitucionales, pensó que era suyo el derecho a informar; sin embargo, aún hay guardián en la heredad, y un juez le dijo a Perdomo que no era él quien decidía que se informaba y que no; que el derecho sagrado a dar y recibir información, consagrado en el Artículo 20 de la Constitución, aún se encuentra vigente en Colombia.

Los seguidores de América y deportivo Cali pudieron, gracias a las libertades constitucionales tuteladas por un juez de la república, seguir, como en los viejos tiempos, con el radioreceptor pegado al oído, las incidencias de los juegos de sus respectivos equipos.

Su majestad, Perdomo, fue puesto en su lugar, y el fútbol y la libertad siguen, de la mano, paseándose por las canchas del país.

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